La Creación del Hombre y la Mujer (Génesis 1:26-27)
Texto Bíblico:
“Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza… Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”
(Génesis 1:26-27)
El ser humano es creado a imagen y semejanza de Dios. Esta verdad tiene profundas implicaciones. En primer lugar, significa que cada persona tiene un valor intrínseco y una dignidad que viene directamente de Dios. Ser creados a Su imagen implica que estamos llamados a reflejar algo de Su carácter en la tierra: amor, justicia, bondad, sabiduría y santidad.
El hecho de que Dios haya creado al hombre y a la mujer como iguales, pero con diferentes roles, resalta la belleza de la complementariedad. El varón y la hembra no son opuestos, sino complementos que juntos reflejan mejor la imagen de Dios. En el diseño divino, no hay lugar para la superioridad de un género sobre otro, sino para la colaboración y la unidad en la diversidad.
Además, esta creación divina nos recuerda que nuestra identidad está anclada en quién somos ante Dios, no en lo que hacemos o en cómo nos ven los demás.
En un mundo que constantemente intenta definirnos por logros, apariencia o expectativas sociales, debemos recordar que nuestra verdadera identidad está en ser creados a la imagen de Dios. Esto significa que no necesitamos buscar validación en las opiniones externas. Si entendemos que somos reflejo de la imagen de Dios, podemos vivir con una identidad segura, sin importar las circunstancias.
Cuando tenemos dificultades en nuestras relaciones, ya sea con amigos, familia o compañeros de trabajo, debemos recordar que todos, hombres y mujeres, fuimos creados a la imagen de Dios. Esto debería inspirarnos a tratar a los demás con respeto y amor, reconociendo su dignidad.
Adán y Eva son el primer ejemplo de seres creados a la imagen de Dios. Sin embargo, en su historia vemos cómo el pecado puede distorsionar esa imagen. A través de Jesucristo, la restauración de esa imagen es posible. En el Nuevo Testamento, Pablo en Colosenses 3:10 habla de “revestirnos” de la nueva imagen en Cristo, recordándonos que a través de Él, somos restaurados a nuestra verdadera identidad.
Ps. Roberto Brito