Abrasados por Jesus
(Génesis 1:1-5)
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo; y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.”
(Génesis 1:1-5)
El primer versículo de la Biblia nos introduce a la esencia misma de Dios como creador del universo. Al decir “En el principio”, se señala el inicio de todo, el comienzo de lo que conocemos. Esta afirmación pone de manifiesto que el universo no es producto del azar, sino de la intención y diseño de un ser superior: Dios.
Es significativo que en un universo originalmente caótico (“la tierra estaba desordenada y vacía”), Dios trae orden. Las “tinieblas sobre la faz del abismo” representan confusión, caos, y ausencia de propósito. Sin embargo, Dios no es un espectador en este caos; Él actúa. Su primera palabra es: “Sea la luz”. Aquí vemos la creación como un proceso donde el orden y la luz se introducen en medio de la oscuridad.
Es también interesante que Dios evalúa lo que crea: “Y vio Dios que la luz era buena”. Esta declaración no solo muestra el poder creador de Dios, sino también Su bondad y propósito detrás de la creación. Cada acto de creación es parte de un plan divino más grande, donde todo tiene un propósito específico.
En nuestra vida diaria, todos enfrentamos momentos de caos, oscuridad y confusión. Puede ser en nuestras relaciones, en el trabajo o incluso en nuestro interior. Pero al igual que en el principio, Dios es capaz de traer luz a esos momentos oscuros de nuestras vidas. El desafío para nosotros es invitar a la luz de Dios en esos momentos de incertidumbre. A veces, los problemas o dificultades pueden parecer abrumadores, pero es importante recordar que, al igual que el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas del caos, Él sigue presente, dispuesto a traer orden y claridad donde parece no haber nada.
La pregunta es: ¿Cómo estamos respondiendo al caos en nuestra vida? ¿Lo estamos enfrentando con la fe de que Dios puede traer luz y orden, o nos dejamos consumir por las tinieblas?
Un ejemplo claro de esta transformación del caos a la orden es la vida de José, hijo de Jacob. José, quien fue vendido como esclavo y encarcelado injustamente, pasó por momentos de gran oscuridad. Sin embargo, Dios nunca lo dejó en ese caos. En el momento oportuno, Dios lo levantó de la oscuridad de la prisión al palacio del faraón, y a través de él trajo orden a la nación de Egipto durante la hambruna. Dios puede usar incluso las circunstancias más oscuras para cumplir Sus propósitos.
Ps. Roberto Brito