Caminar en la voluntad de Dios es el llamado más grande de cada cristiano y de cada persona que le sirve a Jesús sobre esta tierra. Movernos bajo la dirección del Espíritu Santo, será lo que nos garantizará el éxito donde quiera que estemos, y lo que va a traer nuestra provisión o crecimiento donde sea que Dios nos ponga a su servicio.
«No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, Que han de ser sujetados con cabestro y con freno, Porque si no, no se acercan a ti», Salmos 32:9.
David había contemplado dos grandes verdades sacadas de la naturaleza, específicamente de dos especies de animales, el caballo y el mulo.
El caballo empuja hacia adelante, es impaciente, fogoso e impetuoso y hay que tener freno para poder detenerlo y evitar así que salga corriendo desenfrenado. El mulo por su parte, se rezaga, es obstinado, indisciplinado y perezoso, hay que estimularlo para que camine o se mueva. Existe diferencia entre ambos animales, pero al fin y al cabo ambos se resisten a las ordenes de su amo y deben ser forzados a doblegar su voluntad.
Así como el caballo y el mulo, existen muchos creyentes hoy en día. A unos hay que vivir frenándolos para que no se desboquen y a otros hay que forzarlos para que se muevan y hagan algo.
¿Cuántas veces al igual que estos animales, hemos puesto resistencia a la voluntad del Señor?
La voluntad de Dios siempre se va oponer a la nuestra. Todos tenemos planes, sueños y metas que queremos alcanzar. Sin embargo, muchos de nuestros planes no se alinean a los que Dios ha predestinado para nuestra vida. Y cuando vemos que no es por ese camino, por el cual el Señor quiere que transitemos, nos detenemos y empezamos a poner oposición a la voluntad de Dios.
«Aunque el mulo y el caballo se resistan, al fin de cuentas deben someterse a la voluntad de su señor».
No somos nadie para contender con Dios, y mucho menos estamos en posición de resistirnos a sus designios, por más que queramos hacer nuestra voluntad, más temprano que tarde entenderemos que los planes del Señor siempre son mejores que los nuestros.
Cuando nos vamos a la Biblia y vemos la resistencia de Jonás al mandato de Dios, entendemos una gran verdad: Cuando tratamos de huir de la voluntad de Dios, acarrearemos duras consecuencias que nos hacen reconocer nuestra necedad, por eso dice la Biblia: «La insensatez del hombre tuerce su camino, Y luego contra Jehová se irrita su corazón», Proverbios 19:3.
«Torcemos nuestro camino cuando no queremos hacer la voluntad de Dios. Actuamos como insensatos e imprudentes que amontonan para sí mismos destrucción».
El hacer la voluntad de Dios, es lo que nos va a garantizar caminar bajo la sombrilla, la cobertura de Dios. Hacer su voluntad nuca va a parecer una tarea fácil para nosotros, pues estamos en la carne y nuestra carne siempre se va a oponer a lo espiritual; sin embargo, debemos someternos nosotros mismos a los designios del Señor. No esperemos ser sujetados o empujados para poder actuar y hacer su voluntad, sino más bien hagámoslo con un corazón sincero.
Lo que Dios pide de nosotros es que obedezcamos a lo que Él dice, el Señor no quiere mayor sacrificio que nuestra sujeción. Un matrimonio obligado no funciona, del mismo modo nuestra relación con Dios no puede ser una carga u obligación para nosotros, sino que debemos rendirnos a su voluntad por amor y gratitud.
Amado hermano nos seas como el mulo o el caballo. No te resistas al Señor. Más bien, ríndete al Señor y pídele que su voluntad se cumpla en tu vida.