¡Déjame avanzar!

Mike Robins cuenta una lección que aprendió de un pescador anciano. El hombre acababa de pescar algunos cangrejos y los había puesto en una caja.

 

 

–¿Y los deja en una caja abierta? –preguntó Charles-. ¿No se le escaparán?

–No –respondió el hombre.

–Pero mire cómo se esfuerzan por ser libres.

El pescador sacudió la cabeza y sonrió.

 

 

–Hace mucho tiempo aprendí que cuando en un cubo hay al menos dos cangrejos, mientras uno intenta trepar al borde, el otro tira de él hacia abajo.

Toda persona, a lo largo de su vida, se enfrentará a cangrejos que intenten hacerlo caer, retroceder y hasta intentar evitar que avance, ya sea con acciones o comentarios; todo ser humano estará expuesto a experimentar este tipo de trato.

Ciertamente hay personas a las que les molesta el éxito de otros, y tratan de menguar su frustración menospreciando el trabajo y dedicación de otros, escudándose en que «pueden hacerlo mejor», pero no accionan al respecto.

Estos cangrejos esperarán secretamente a que llegue el momento de nuestro fracaso, para tener algo que festejar, aunque evidentemente, si tenemos el respaldo de Dios, jamás seremos avergonzados.

La mejor forma de callar y dar ejemplo a estas personas, es por medio de nuestra humildad y testimonio, pues nada ganamos con caer en su territorio, recordemos constantemente que tenemos alguien mayor que pelea nuestras batallas para siempre darnos la victoria.

 

 

 

«Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca», Hebreos 10:24-25.